Rebis

La edad media no fue una buena época para "ser diferente". Cualquiera que se saliera de los margenes impuestos por el obscurantismo religioso estaba marcado. Más aún si eras mujer y no cumplías con los estándares pensados para ti. Corrías mucho riesgo de ser catalogada como bruja.

En este contexto se construye la trama de Rebis donde Martino es repudiado por su padre por el simple hecho de ser albino. 

Choca que este ambiente sombrío se vea recreado con un dibujo tan limpio, preciosista y colorido como el de Carlotta Dicataldo quien sabe adaptarlo al tono más melancólico marcado para la historia por Irene Marchesini.

Un álbum lo suficientemente adulto para alcanzar el interés de cualquier lector y que no llega a cotas de crueldad suficientes para no hacerlo apto para un público más infantil.

Meadowlark

La presencia de Ethan Hawk en los créditos de este cómic nos puede llevar a pensar en maniobra de mercadotecnia encaminada a vender un producto sin gran interés por la simple presencia de Hawk. 

Los que ya hubierais leído en su día Indeh tendréis argumentos sobrados para poner en duda esta cuestión. Meadowlark llega para tirarla abajo totalmente porque el porcentaje de cómic en esta propuesta es muy a superior a la posible mercadotecnia que pudiéramos encontrar.

Con un tono que nos puede traer a la mente los relatos de Brubaker o a la cinematográfica Hell Or High Water estos autores proponen una trama de thriller carcelario que va subiendo en tensión según avanza el relato salpicado por pequeños momentos de trama de relación familiar.

Un padre y un hijo cuya idea de pasar un día juntos no sale tal y como la tenían pensada.

Reforzando todo lo citado, la hiperealista propuesta gráfica de Greg Ruth, con guiños al propio Hawk o a Jean Reno, de tendencia y ritmos muy cinematográficos.

No os dejéis llevar por los prejuicios y echadle un ojo a este Meadowlark.

 

Black Squaw

Esta serie lo tiene todo. Una portada de esas que llaman y no pasan desapercibidas. Un historia de esas que se mueven a medio camino entre la realidad y la ficción; la de la aviadora Bessie Coleman. Tiene gansters como el mismísimo Capone. Indios. Y, lo que más os importa a muchos de vosotros, tiene aviones.

El equipo creativo que pensó y creó Dientes de oso, Yann y Henriet, vuelven a la carga con una historia diferente que sin duda encantará a aquellos que disfrutaron con su anterior trabajo

Ah, y por si era poco, también tiene un formato integral a gran tamaño con historia completa y sin esperas por continuaciones.

Lo que os dije al principio. Lo tiene todo.

Días de arena

No era fácil sacar algo bonito de una trama que nos lleva a la gran depresión del 29 y más concretamente a una de las zonas más afectadas, a mitad de camino entre Oklahoma, Kansas y Texas,  puesto que a la crisis tuvieron que añadir el Dust Bowl, literalmente cuenco de arena, que arrasó los cultivos de los granjeros con una gran sequía e inimaginables tormentas de arena.

A esa zona es destinado John, fotógrafo en crecimiento que ve en este encargo una oportunidad de salir de la crisis y de hacer despegar su arte. Pronto descubrirá este artista en ciernes que la realidad deja poco espacio para compatibilizar arte y ética profesional.

Con un tono de reminiscencias muy eisnerianas, no tanto por el acabado gráfico elegido por Aimée de Jongh como por la propia esencia del relato, este días de arena se mueve a la perfección entre el relato histórico y la ficción. 

Destacable como la autora incluye fotografías reales a modo de interludios entre capítulos y como luego recrea toda el trabajo fotográfico de nuestro protagonista con su dibujo.

Aimée de Jongh consigue crear un relato poliédrico tan bello como descarnado, tan veraz como imaginado, tan bien narrado como bien dibujado.

Recomendable. Claro.