La historia continua justo donde la dejamos en el primer volumen. Gamaliel, nuestro pequeño protagonista, sigue agarrándose a la esperanza de que su padre esté vivo. Así, junto a su nuevo mentor, el Zelote Jesué, comienza una búsqueda en la que le dará tiempo a encontrarse con Adán, el primero de los hombres, con el cual tendrá una conversación de carácter filosófico. Lo más extraño es que Gamaliel, es la única persona capaz de ver esta visión de Adán.
Sfar y Guibert, siguen aunando fuerzas, en una especie de simbiosis guionista-dibujante, en la que es realmente difícil distinguir donde empieza la labor de uno y donde acaba la del otro.
Con la inclusión del personaje de Adán, Sfar mete la historia dentro del terreno de lo fantástico, pero con sus otros textos y diálogos, pronto vuelve la narración hacia temas más filosóficos, sin olvidar en ningún momento el rigor histórico.
Esta es una constante de los últimos tiempos en las obras de Sfar, sus reflexiones sobre el mundo y la religión judía. Reflexiones atemporales y que pese a ponerlas en boca de personajes con 2000 años de antigüedad, siguen estando vigentes hoy en día. En este caso, lo bueno es que en esta obra, estas reflexiones sirven de complemento a la historia principal, y en ningún momento ocupan el plano principal de la narración.
El dibujo de Guibert le sigue sentando como un guante al tono de la historia. Destacar varias paginas en el medio del tebeo, donde se relata una excursión nocturna de Josué y Gamaliel por el desierto. La maestría demostrada al narrar esta escena con masas de negros, ilustrando la luz de la luna sobre la noche del desierto, valdría la compra del tebeo por si sola.
Por cierto, al parecer los autores tienen una especie de broma privada con sus compañeros y amigos de profesión, cogiendo el rostro de alguno de ellos para ponerle cara a sus personajes.
Entre los ejemplos más claros, está el personaje del profeta Yeshayahou, que tiene unos rasgos idénticos a los de Trondheim. Curioso que este personaje acabe recibiendo una paliza de cuidado.
Como os dije con ocasión de la primera entrega, lo peor de este tebeo es que lo devoras en minutos y te quedas con ganas de leer más. Esperemos que la siguiente entrega no tarde mucho en estar disponible.
Sfar y Guibert, siguen aunando fuerzas, en una especie de simbiosis guionista-dibujante, en la que es realmente difícil distinguir donde empieza la labor de uno y donde acaba la del otro.
Con la inclusión del personaje de Adán, Sfar mete la historia dentro del terreno de lo fantástico, pero con sus otros textos y diálogos, pronto vuelve la narración hacia temas más filosóficos, sin olvidar en ningún momento el rigor histórico.
Esta es una constante de los últimos tiempos en las obras de Sfar, sus reflexiones sobre el mundo y la religión judía. Reflexiones atemporales y que pese a ponerlas en boca de personajes con 2000 años de antigüedad, siguen estando vigentes hoy en día. En este caso, lo bueno es que en esta obra, estas reflexiones sirven de complemento a la historia principal, y en ningún momento ocupan el plano principal de la narración.
El dibujo de Guibert le sigue sentando como un guante al tono de la historia. Destacar varias paginas en el medio del tebeo, donde se relata una excursión nocturna de Josué y Gamaliel por el desierto. La maestría demostrada al narrar esta escena con masas de negros, ilustrando la luz de la luna sobre la noche del desierto, valdría la compra del tebeo por si sola.
Por cierto, al parecer los autores tienen una especie de broma privada con sus compañeros y amigos de profesión, cogiendo el rostro de alguno de ellos para ponerle cara a sus personajes.
Entre los ejemplos más claros, está el personaje del profeta Yeshayahou, que tiene unos rasgos idénticos a los de Trondheim. Curioso que este personaje acabe recibiendo una paliza de cuidado.
Como os dije con ocasión de la primera entrega, lo peor de este tebeo es que lo devoras en minutos y te quedas con ganas de leer más. Esperemos que la siguiente entrega no tarde mucho en estar disponible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario