Petit Rapace, el autor de este cómic, consigue hacer bella la violencia. Con todo el peligro que esto conlleva. Pero es inevitable sentirse atraído por su puesta en escena y estilo gráfico con esos niños tan adorables que no dejan pasar una viñeta sin arrancarle los hígados al primero que se pase por delante.
Porque no le pidáis mucho más argumento a la trama. Un universo muy akiriano donde todo el mundo se ocupa de lo suyo a costa de lo de los demás.
Puro dinamismo. Estética tan cartoon como manga. Y violencia. Ultra violencia.
Mucho ojo con dejarse llevar por lo adorable del dibujo y clasificar esta obra como destinada a un público infantil-juvenil.