viernes, abril 17, 2009
El príncipe de la noche
Si tuviera que definir a Swolfs, el autor de esta obra, la palabra que me viene a la mente es clásico. Por lo tanto, si este dibujante optara por realizar una obra sobre el mito del vampiro, pocas dudas me quedarían que su opción siempre sería la de ir a las raices del mismo.
Olvidaros de Buffys, Crepúsculo, Anne Rice y similares. Aquí tenemos el Drácula de toda la vida (aunque para la ocasión adopte el nombre de Vladimir Kergan) con toda su parafernalia gótica y con los clichés más socorridos (vampiras ligeras de ropa incluidas) , un poco en la línea de las películas clásicas de la Hammer.
Quizá la única licencia que se permite Swolfs viene dada por la otra cara de la moneda. Todo buen vampiro necesita una némesis que lo persiga hasta la extenuación. Habitualmente este personaje representa el bien, la luz contra la oscuridad. Pero en esta obra, esta némesis está representada por la familia Rougemont, sobre la cual cae la tarea de acabar con el vampiro, generación tras generación. Pero cuando los componentes de esta familia nos van siendo presentados por medio de flashbacks que nos llevan a diferentes periodos históricos, pronto nos damos cuenta que distan mucho de ser todo luz y bondad.
En todo caso, que nadie espere encontrar la nueva vuelta de tuerca al género y al personaje. Por contra, lo que si podemos esperar, es una historia clásica, con un ritmo de lectura endiablado y magistralmente dibujada.
Glenat nos ofrece una edición integral , recopilando 6 albumes que cierran 2 ciclos narrativos. Desde luego, la relación calidad precio está más que justificada y una vez comenzada su lectura será como si nos trasladaramos a esas sesiones de cine da barrio en las que nos ofrecían dos películas por el precio de una.
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