En el entramado argumental este Pigalle 1950 lo podemos ubicar en la línea de obras como Erase una vez en Francia o Barcelona alma negra. El recorrido de un jovecinto provinciano recién llegado a París donde empezará a desarrollar una carrera profesional en un club siempre en la frontera entre lo legal y lo ilegal.
Nada que objetar por este lado. Al contrario, un trabajo perfectamente ejecutado dentro de los parámetros del costumbrismo y el noir, con un arte acorde al tipo de historia contada.
Como extra tenemos el punto sentimental de que este fue el último guion realizado por el maestro Pierre Christin antes de fallecer. Un guion que hace honor a lo que fue la carrera de este autor y que demuestra que para realizar buenas historias no hacen falta trucos ni fuegos de artificio. Simplemente construir buenos personajes y dejar que estos nos cuenten su historia.
Una propuesta tan sobria como acertada.
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