martes, agosto 31, 2010

Velocidad moderna


Cuando un autor, al hablar de su trabajo, declara que aunque la lógica querría que el lector entendiese lo que pasa, para él eso es lo de menos, creo que nos podemos hacer una idea que lo que nos va a ofrecer en sus páginas no va a ser algo convencional.

Blutch, un mago del dibujo y de la presencia gráfica, nos ofrece en Velocidad moderna una obra puramente de sensaciones donde la excusa son las vivencias de Lola y Renée, las protagonistas, pero donde claramente la intención final se encamina al ejercicio de estilo.

Probablemente, y pese a que las primeras páginas, con esa magistral clase de danza, son de esas que te llevan en volandas, la mayoría de lectores no pasarán de aquí, puesto que pasado el prólogo, la narración abandona los caminos de lo real para adentrarse en lo onírico. Este es el momento en que como lectores tenemos que resignarnos a dejarnos llevar por Blutch y sus delirios, dejando de lado todo intención de llegar a comprender. Si no aceptamos estas reglas de juego, continuar leyendo esta obra puede acabar en pesadilla.

Pese a los diversos premios y a la aureola con la que se presenta en España, Velocidad moderna es un álbum apto para los lectores más aventureros dispuestos a desenmarañar el tejido narrativo de Blutch.

1 comentario:

Miguel Porto dijo...

Cuando un autor declara que no quiere que su lector entienda lo que pasa, lo que podemos esperar es que sea rematadamente estúpido.