La salida de cada nueva entrega de El escorpión, tan prolongadas en el tiempo, siempre es motivo de celebración por parte de los fans de su dibujante, Enrico Marini. El ritmo habitual de las colecciones europeas, unido a la alternancia del dibujante entre El escorpión y Las águilas de Roma, hace que el ritmo de publicación esté cercano a la tortura.
Nueve entregas ya del personaje. Nueve álbumes llenos de pura aventura. Capa y espada, bellas mujeres e intrigas palaciegas. Tebeos para disfrutar el instante sin muchas más pretensiones. Partiendo de unos correctos guiones de Desberg, Marini otorga el salto de calidad a la serie con sus espectaculares dibujos.
Recuerdo perfectamente que mi primer encuentro con El escorpión lo hice con su edición francesa, en una época que no podía entender ni una palabra de francés. Varios álbumes de El escorpión cayeron en mis manos y pese a la barrera idiomática, me enfrenté a su lectura.
Sorprendentemente, pese a que las palabras francesas desfilaban delante de mí sin trasmitirme ni un ápice de información, gracias al dibujo y la excelente narrativa de Marini, llegué a tener una idea, más o menos clara, de que iba el tebeo.
En los últimos tiempos, parecía que la trama empezaba a acusar el desgaste de la fama, pero parece que con este tomo los autores vuelven a llevar la serie por el buen camino. En todo caso, el disfrute visual siempre está garantizado con Marini.
Una serie ideal como lectura de evasión, apta para todo tipo de público. Los que nunca leyeron El escorpión tienen ahora una excusa inmejorable para unirse al carro. A los veteranos, que disfruten el momento, porque hasta dentro de dos años no veremos otra entrega.
Nueve entregas ya del personaje. Nueve álbumes llenos de pura aventura. Capa y espada, bellas mujeres e intrigas palaciegas. Tebeos para disfrutar el instante sin muchas más pretensiones. Partiendo de unos correctos guiones de Desberg, Marini otorga el salto de calidad a la serie con sus espectaculares dibujos.
Recuerdo perfectamente que mi primer encuentro con El escorpión lo hice con su edición francesa, en una época que no podía entender ni una palabra de francés. Varios álbumes de El escorpión cayeron en mis manos y pese a la barrera idiomática, me enfrenté a su lectura.
Sorprendentemente, pese a que las palabras francesas desfilaban delante de mí sin trasmitirme ni un ápice de información, gracias al dibujo y la excelente narrativa de Marini, llegué a tener una idea, más o menos clara, de que iba el tebeo.
En los últimos tiempos, parecía que la trama empezaba a acusar el desgaste de la fama, pero parece que con este tomo los autores vuelven a llevar la serie por el buen camino. En todo caso, el disfrute visual siempre está garantizado con Marini.
Una serie ideal como lectura de evasión, apta para todo tipo de público. Los que nunca leyeron El escorpión tienen ahora una excusa inmejorable para unirse al carro. A los veteranos, que disfruten el momento, porque hasta dentro de dos años no veremos otra entrega.
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