martes, diciembre 23, 2014

Historias del barrio: Caminos



Si en su día me quede maravillado con la primera entrega de Historias del barrio, con esta segunda entrega, pese a seguir los esquemas del primer tomo y perder por ello la frescura de cualquier primera lectura, me vuelvo a maravillar de la misma manera.

Como decía con el primer libro de la serie, Historias del barrio podría parecer uno más de esos relatos costumbristas donde el protagonista se limita a relatarnos sus penurias.  Podría parecer, pero realmente no lo es. O sí, pero con la diferencia que Gabi Beltrán sabe dotar de la carga emocional suficiente para que nos sintamos parte de ella y al mismo tiempo contar una historia universal de iniciación a la vida real. Gabi Beltrán sabe adaptar y poner estos componentes personales al servicio de la historia, impidiendo que se apoderen de la misma y al mismo tiempo enriqueciéndola hasta el punto de hacerla especial.

Supongo que a algunos la sombra de la duda entre realidad y ficción en lo que Gabi Beltrán nos cuenta puede pesar mucho a la hora de entrar o no en la historia. A mi, sinceramente, me da igual. No me importa si todo lo que nos cuenta Gabi Beltrán es algo que sufrió en su carnes, algo que sufrieron sus amigos o simplemente algo inventado, porque simplemente me convence.

Y de Seguí qué más puedo decir. No me canso de repetir que estamos ante uno de nuestro grandes autores quien parece que solo conoce el camino de la mejora, porque cada obra suya está más pulida, más redonda, tanto en lo narrativo como en lo plástico. Además, no sé por qué, pero se nota que en Historias del barrio Seguí también se deja algo de si mismo.

Si os gustó el primer tomo, esta segunda entrega es incluso mejor. Así que no os queda otra que llevárosla a casa. Si todavía no os habéis adentrado en las historias del barrio (afortunados y desdichados vosotros) tenéis obligatoria doble compra para estas fechas navideñas.

Con el primer tomo lo dije y para este segundo lo repito bien alto; una de las mejores lecturas del año.


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