Cuarto tomo de la serie Lupus, con el que se cierra la historia de las aventuras y desventuras del protagonista y sus amigos.
Lo que empezó como una historia de ciencia ficción, al final termina siendo una historia de relaciones humanas. De ser unos fugitivos, aventureros, preocupados simplemente por us supervivencia, los protagonistas pasan a reflejar otro tipo de preocupaciones, más cercnas a nuestro mundo actual, como son el porvenir, la soledad, la vida de familia.
Aunque bueno, ¿alguna vez llegó a ser una historia de sci-fi?.
Después de un tercer tomo donde parecía que la historia quería volver a la aventura, dejando de lado las historias personales, en esta última entrega, Peeters se deja llevar.
Vale, sigue habiendo robots, naves espaciales y bichos intergalácticos, pero lo que se nos cuenta tiene más que ver con Pildoras Azules que con Valerian.
A mi me sirve. Quizá la narración se va decantando más sobre el apartado gráfico. Este cuarto tomo es más de observar que de leer.
Tiene muchos silencios narrativos, al más puro estilo manga, donde tenemos que buscar lo que pasa en las miradas de los personajes, en las sombras, en las luces. No nos lo dan hecho.
Claro, esto tiene un riesgo si el autor no domina a la perfección su estilo gráfico.
Con Peeters este aspecto está totalmente a salvo. Creo que en estos momentos tiene un estilo totalmente consolidado, con un dominio del blanco y negro digno de un maestro. Y lejos de estancarse, en cada obra suya va un poco más allá, experimentando, buscando nuevos caminos.
En conjunto, los cuatro libros que forman esta historia, resultan un relato innovador, fresco, muy bien contando y mejor dibujado.
Quizá alguno pueda decir que con el 3 y 4 se podría hacer un sólo álbum. Puede ser. Pero a mi que no me quiten esos silencios, esas páginas sin diálogos.
Cuestión de gustos.
Lo que empezó como una historia de ciencia ficción, al final termina siendo una historia de relaciones humanas. De ser unos fugitivos, aventureros, preocupados simplemente por us supervivencia, los protagonistas pasan a reflejar otro tipo de preocupaciones, más cercnas a nuestro mundo actual, como son el porvenir, la soledad, la vida de familia.
Aunque bueno, ¿alguna vez llegó a ser una historia de sci-fi?.
Después de un tercer tomo donde parecía que la historia quería volver a la aventura, dejando de lado las historias personales, en esta última entrega, Peeters se deja llevar.
Vale, sigue habiendo robots, naves espaciales y bichos intergalácticos, pero lo que se nos cuenta tiene más que ver con Pildoras Azules que con Valerian.
A mi me sirve. Quizá la narración se va decantando más sobre el apartado gráfico. Este cuarto tomo es más de observar que de leer.
Tiene muchos silencios narrativos, al más puro estilo manga, donde tenemos que buscar lo que pasa en las miradas de los personajes, en las sombras, en las luces. No nos lo dan hecho.
Claro, esto tiene un riesgo si el autor no domina a la perfección su estilo gráfico.
Con Peeters este aspecto está totalmente a salvo. Creo que en estos momentos tiene un estilo totalmente consolidado, con un dominio del blanco y negro digno de un maestro. Y lejos de estancarse, en cada obra suya va un poco más allá, experimentando, buscando nuevos caminos.
En conjunto, los cuatro libros que forman esta historia, resultan un relato innovador, fresco, muy bien contando y mejor dibujado.
Quizá alguno pueda decir que con el 3 y 4 se podría hacer un sólo álbum. Puede ser. Pero a mi que no me quiten esos silencios, esas páginas sin diálogos.
Cuestión de gustos.
1 comentario:
pues a mí el último tomo de lupus me dejó un sabor de boca agridulce... ese final (sin querer destripar nada) me resulta tan anticlimático, tan deus ex machina, que me deja bastante indiferente. mucho silencio e introspección, sí, para luego en las últimas páginas un salto mortal sin red inesperado.
no obstante, la obra en su conjunto sigue pareciéndome una maravilla; para engancharme a mí, que aborrezco la sci-fi y en especial las spaces operas...
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