Enfilamos la recta final de la biografía de Pepe. Cuarto volumen. Las señales de agotamiento de las que hablábamos en la anterior entrega quedan un poco diluidas ante la mayor carga emocional puesta en esta parte de la historia donde comienza el principio del fin.
Carlos Giménez sigue fiel a su estilo narrativo presente en toda la obra. Absurdo sería cambiarlo a estas alturas. Las anécdotas siguen ahí, pero con estos pequeñas escenas más emotivas y con la carga emocional presente parece que el relato revive y que se aleja un poco de la monotonía de lo predecible. Además, cronológicamente, el relato avanza sobre lo ya contado en Los profesionales, lo cual sin duda es de agradecer en cuanto que lo que leemos tiene ese aire de novedad.
Parece que con este cuarto volumen Carlos Giménez por fin se adentra dentro de la historia que todo el mundo le estaba demandando, centrada por fin en la figura de Pepe y alejándose de la sombra de Los profesionales.
Sí, en esta cuarta entrega se sigue sin saber nada de la vida nocturna de Pepe, más allá de algún esbozo o anécdota, pero es el propio Giménez quien de nuevo, en el prólogo y a modo de excusatio non petita, reconoce desconocer esa otra vida y que por lo tanto no es a él a quien le corresponde narrarla.
A falta del quinto y último volumen, Pepe recupera el aire que le faltaba en la tercera entrega y deja en manos del último tomo la solución a la incógnita de si Pepe será o no una serie para el recuerdo.
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