Otra nueva propuesta que podría encajar a la perfección y sin ningún tipo de fricción dentro de cualquier saga de series como Criminal o Balas Perdidas.
Una trama que nos lleva a la escena musical angelina de los años 70 donde Jonny se intenta buscar la vida como estrella del rock. El propio Jonny tiene que reconocer que la cosa no tenía buena pinta hasta que un día, tras un encuentro con un mafioso local, descubre que la violencia y los asesinatos funcionan a modo de musa creadora y que su música fluye después de una buena paliza.
Este punto de partida le sirve a Ollie Masters y Eoin Marron para ofrecernos una serie de género negro de calidad, sin grandes fisuras y que se lee de una tacada.
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