Pequeña genialidad la que se saca de su creativa cabeza Mariano Pardo. Desde Odio que no disfrutaba tanto con una crónica generacional como la que aquí nos encontramos. Y eso que por reminiscencias, Becky Riot podría asemejarse más a intenciones encontradas en trabajos de Clowes o Hanselmann.
Si queremos ser testigos de la realidad de muchos de los adolescentes de hoy en día, puteados en casa, puteados en la escuela y con un odio visceral por todo lo que les rodea, solo tenemos que seguir las desventuras de Becky, nuestra protagonista, quien se ve obligada a crear el movimiento Becky Riot, que da nombre a la obra, después de que las propias Pussy Riot la echaran de su movimiento, eso sí, nunca antes de cobrarle a Becky derechos de imagen.
Así este cómic. Cínico, crítico lleno de humor y muy mala leche.
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