La sombra de Persepolis, al igual que la de los Pixies, es muy alargada. Posiblemente, todo aquel lector ocasional que vea este tebeo en la estanterías va a tener una inmediata asociación de El juego de las golondrinas con el relato de Satrapi (y por ende con David B). La portada no deja muchas dudas, (algún despistado puede llegar a pensar que ha salido un nuevo número de La ascensión del gran mal ) y una ocasional ojeada al tebeo tampoco nos va a hacer cambiar de opinión.
Una vez leído, no me atrevería a clasificarlo como un clon intencionado de Persepolis. Pese a que con todas las pruebas sobre la mesa un juez primerizo podría dar una sentencia clara, la verdad es que si bien hay similitudes, tanto temáticas como gráficas, también hay diferencias que permiten tener a Zeina Abirached su propia personalidad (sobretodo en el apartado narrativo).
En todo caso, diferencias o no al margen, El juego de las golondrinas es una obra cuyo público afín se va a encontrar entre los seguidores de Persepolis. Si no os gustó el trabajo de Satrapi, no creo que encontréis algo aquí que os pueda hacer cambiar vuestro gusto. Por el contrario, si os gustó, tampoco tengo ninguna duda que vuestro dinero estará bien invertido.
Una vez leído, no me atrevería a clasificarlo como un clon intencionado de Persepolis. Pese a que con todas las pruebas sobre la mesa un juez primerizo podría dar una sentencia clara, la verdad es que si bien hay similitudes, tanto temáticas como gráficas, también hay diferencias que permiten tener a Zeina Abirached su propia personalidad (sobretodo en el apartado narrativo).
En todo caso, diferencias o no al margen, El juego de las golondrinas es una obra cuyo público afín se va a encontrar entre los seguidores de Persepolis. Si no os gustó el trabajo de Satrapi, no creo que encontréis algo aquí que os pueda hacer cambiar vuestro gusto. Por el contrario, si os gustó, tampoco tengo ninguna duda que vuestro dinero estará bien invertido.
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