miércoles, diciembre 24, 2014
Blast: Ojalá que se equivoquen los budistas
No puedo dejar acabar el año sin reseñar y destacar el cuarto tomo de Blast que también supone el cierre final de la obra. Una serie que me ha tenido fascinado a lo largo de su publicación, reconozco que con algunos momentos de duda que han quedado totalmente olvidados con el magistral cierre que Manu Larcenet ha conseguido para las crónicas de Polza Mancini.
Una obra en la que Larcenet se desnuda como autor y en la que intenta, y por momentos consigue, llegar a lo más profundo del ser humano, a la bestia salvaje que el hombre lleva dentro. Piques enfermas, drogas, violencia, traumas... Larcenet no hace concesiones al lector y cierra la historia de la misma manera que la empezó.
Pese a esas dudas que podían asaltarnos en algún momento de la lectura, en parte por el carácter experimental que Larcenet da a Blast en algunos momentos, todo que cerrado e incluso doblemente cerrado cuando damos la vuelta a la última página.
A cada lector le tocará la misión de poner a Blast, la obra completa, dentro de la categoría de imprescindibles o no. Lo que es innegable es que Larcenet ha completado una obra valiente, diferente y que sin duda marcará con cierta profundidad las páginas de la historia del cómic.
Para este que escribe, un j-imprescindible como la copa de un pino y una compra obligatoria ahora que la serie está acabad. Que cada uno juzgue su momento vital y la conveniencia de un descenso a los infiernos de la condición humana.
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