Se ve que en Nova saben que hay dos tipos de aficionados a la fantasía épica. Por un lado estamos los que disfrutamos de la saga de Malaz y nos quedamos tristes y desamparados cuando La Factoria de Ideas cerró dejándonos a tres libros de acabar la saga y por otro los que, por desconocimiento o dejadez, viven tan tranquilos sin conocer a personajes como Anomander Rake y su fortaleza flotante, Engendro de Luna o a Whiskeyjack y sus Abrasapuentes.
Pues bien, para los primeros llega Doblan por los Mastines, octavo libro de los diez que forman el cuerpo principal del universo malazano y para los segundos, la reedición de Los Jardines de la Luna, el libro donde empezó todo.
Cuentan que Steven Erikson y su amigo Ian C. Esslemont crearon el mundo de Malaz para una campaña de rol y la cosa se les fue tanto de las manos que ahora mismo tenemos los diez libros de la saga principal escritos por Erikson y otros tantos relacionados. Algunos de Esslemont y otros del propio Erikson. Y si abrumadora es la cantidad de material escrito, no lo es menos el contenido de cada libro.
Con ese estilo tan de moda donde las traiciones están a la orden del día y cualquier personaje puede morir en cualquier momento, nos vemos inmersos en la campaña de conquista total llevada a cabo por el Imperio Malazano por diferentes continentes, en un mundo donde razas ancestrales libran batallas desde el principio de los tiempos y donde los dioses mueven los hilos de los humanos por sus propios intereses aunque algunos se rebelen llegando incluso a desafiar a los propios dioses alcanzando ellos mismos la divinidad.
Una cantidad ingente de personajes, razas, lugares y un sistema de magia complejo y totalmente original espera a los que se atrevan a acercarse a Malaz: El Libro de los Caídos, pero tranquilos que esto no es como leer el Silmarillion o un libro de historia antigua, aquí todo está enfocado a la acción y a la épica, con momentos como la batalla de Darujhistan del primer libro, la Cadena de Perros del segundo o el asedio de Capustan en el tercero, y más que deberían estar grabados a fuego en el imaginario de cualquier aficionado a la fantasía épica.
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