Desde su actual existencia urbanita, Catherine Meurisse vuelve la vista a su infancia para realizar un precioso homenaje a los años vividos en el campo con su familia durante su niñez. Una niñez que pasó en una casa familiar en continua construcción y donde el único árbol que vio durante mucho tiempo fue un plátano bautizdo como Swann
En Los grandes espacios hay lugar para el relato autobiográfico moldeado por el recuerdo, pero también se cuelan entre sus páginas las semillas que hicieron crecer la vocación artística de la autora con lecturas que realizadas en plena naturaleza alcanzaban otra dimensión.
Un álbum bello en todo su conjunto, por lo que cuenta y por como lo cuenta y con el que, tras su lectura, conseguiremos una paz interior solo comparable a pasar un tarde de verano en la perfección de un jardín francés o en el desorden de un jardín inglés.
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