Ni mucho ni poco. Ni frío ni caliente. Ni chicha ni limoná.
Un nuevo Astérix que cumple expediente y pone nueva marca numérica en la colección. No calificaría yo el trabajo como malo. Hay suficientes elementos en el álbum que invitan a lo contrario. Pero tampoco diría que la esencia de Goscinny está de vuelta.
Después de unos ilusionadores comienzos parece que el peso de la marca y la eficiencia burocrática de los innumerables controles a los que está expuesto el proceso creativo pesan mucho más que el esfuerzo de los autores por realizar una obra con personalidad definida.
Por supuesto, podía ser peor. Mucho peor. De hecho esto ya lo hemos vivido.
Por supuesto, podía ser mejor. Mucho mejor. De hecho esto ya lo hemos vivido.
De la edición en gallego solo comentaros que existe. Más allá de militancias, el trato que la editorial Galaxia da a la edición no merece mucho más que ese pequeño comentario.
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