Para contextualizar este título que os presento hoy, tendremos que hacer un pequeño flashback y remontarnos al año 1983, fecha en la que Martin Veyron, el autor que hoy nos ocupa, publica en Francia L'amour propre (publicado en España como Amor Límpio), un título mítico en ese país, con más de 200.000 albumes vendidos, trascendiendo totalmente al mundillo del cómic y transformándose en todo un fenómeno social.
Este álbum, de una calidad media cuestionable, basa su gran éxito comercial en tratar un tema como la sexualidad femenina, y ese mítico punto G, en una época en la que hacer un tebeo con esta temática podría considerarse trasgresor, incluso en Francia. Para que nos hagamos una idea, dentro del mundo del cómic, fue un fenómeno parecido al de El último tango en París en el cine.
Casi 30 años después, Martin Veyron retoma esta obra, y en lo que a primera vista parece una continuación de su gran éxito, realmente descubrimos un álbum costumbrista muy sui géneris, donde partiendo de un relato (falsamente) autobiográfico, Veyron nos va introduciendo en una historia delirante, casi surrealista, mezclando 1 parte de realidad con 5 de ficción y donde demuestra que como autor sabe reírse de si mismo y de la sociedad que le rodea.
El propio Veyron es el protagonista de la historia. En ella se nos presenta a un autor de tebeos, ya entrado en años, con problemas de próstata y artísticamente acorralado por el enorme éxito de su primer trabajo, el anteriormente referido L'amour propre, y al que las facturas persiguen sin respiro. La trama se dispara cuando una periodista se pone en contacto con Veyron con el fin de realizar una entrevista enmarcada dentro de un reportaje sobre el punto G femenino. Veyron, cansado de su imagen de pornógrafo, rechaza de pleno colaborar con la reportera. En este punto es cuando su problema de próstata entra en acción. Tras una visita a un especialista, éste le comenta que para solucionar su problema debe elegir entre la incontinencia o la impotencia. Veyron elige esta última, transformándose en un ser totalmente privado de pasión sexual.
Deprimido por este hecho y al borde de la quiebra financiera, finalmente Veyron acepta colaborar con la periodista en su reportaje, accediendo a buscar ese punto G femenino.
A partir de este momento, el surrealismo más hilarante se apodera de la historia, convirtiendo a Veyron en un extraña marioneta asexuada, objeto de deseo para todas las mujeres que van entrando en su vida.
Con este Blessure d'amour propre, Veryon consigue mofarse de todo y de todos. Por un lado, proporciona esa continuación al mítico álbum que todo el mundo le reclamaba, pero al mismo tiempo, se ríe de ellos, cuando el resultado final, seguramente, no es el esperado.
Muy pocas veces las segundas partes superan al original. Siempre y cuando entendamos este álbum como una continuación y no como un tebeo en si mismo, se puede afirmar que esta segunda parte supera con creces a lo ofrecido en la primera. Un tebeo mucho más trabajado, con unos sensacionales diálogos que consiguen llevar el peso de la trama, y con un dibujo más depurado, que cede espacio a lo narrativo frente a lo explicito de su primera entrega.
Por ahora sólo disponible en francés.