lunes, enero 03, 2011

El cielo sobre el Louvre


De nuevo tenemos en nuestro mercado una obra que solo puede ser imaginada y creada en un país como Francia. Fue allí donde el museo del Louvre se propuso colaborar con Futuropolis, una editorial de cómics, para crear una serie de álbumes con la intención final de que estos fueran exhibidos posteriormente entre las paredes de tan insigne edificio, recibiendo el cómic, la BD, el debido reconocimiento en los medios artísticos negado durante tanto tiempo.

De esta colaboración, salieron magnificas obras como Periodo Glacial de De Crécy, o Les Sous-sols du Révolu del admirado Mathieu, o la que hoy nos ocupa, El cielo sobre el Louvre de Yslaire.

En estos encargos, el museo ponía como única condición que el museo y las obras artísticas que lo conforman tuvieran un cierto protagonismo. A partir de ahí, los creadores tendrían vía libre para realizar sus trabajos.

Como no podía ser de otra manera, Yslaire aprovechó esa extraña fascinación que siente por la época romántica para enmarcar su historia en el trasfondo de la Revolución Francesa, con Robespierre como máximo representante del nuevo estatus social.

En este marco, Yslaire, con la ayuda en los guiones de Jean-Claude Carrière, recrea los momentos álgidos del periodo del Terror teniendo como hilo conductor el imposible encargo de hacer un retrato de el Ser Supremo que Robespierre realiza al pintor Jacques-Louis David.

A través de 20 capítulos, este Cielo sobre el Louvre realiza una revisión de este convulso periodo histórico mezclándose las tramas políticas con reflexiones sobre el arte.

Una obra muy interesante, en la que en absoluto se nota su carácter de obra de encargo, y en la que sus autores consiguen encajar perfectamente el obligatorio protagonismo del Louvre sin sacrificar por ello la calidad de la historia.

Por supuesto, en la parte gráfica, Yslaire lleva el dibujo a su terreno, aunque en esta ocasión, no sé si con un afán de adaptarse al periodo y al tipo de historia que nos cuenta, el acabado final no tiene la fuerza de obras como Sambre, mostrándonos un dibujo que en viñetas es el por todos conocidos, pero que en otras se queda en una especie de primerizo boceto más propio de la experimentación digital de su autor, sacrificando, en mi opinión, una de las grandes bazas del dibujo de Yslaire que no es otro que la naturalidad y la fuerza de su trazo

En todo caso, la belleza y la composición de muchas de sus planchas merecen, de sobra, la visita a este tebeo. Si a eso le añadimos que pese a lo extraño del planteamiento, su lectura consigue levantar el interés del lector y por ende despierta su afán de conocer más, creo que podemos considerar el trabajo como una obra del todo exitosa.

Como siempre, deseamos que iniciativas de este tipo también tengan lugar en España con entidades y autores patrios.

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