¡Qué pequeña maravilla! ¡Qué comic más bonito!
Y eso que no me considero, en absoluto, un gran fan de la bicicleta, o por extensión del Tour de France. Porque lo que Lax hace en este tebeo, es un pequeño homenaje a los pioneros del Tour, aquellos primeros corredores de principios del SXX, a los que podríamos denominar sin ningún tipo de duda, héroes.
Lax nos cuenta la historia de Amédée, un soldado cuyo regimiento está destinado a la construcción de un observatorio en lo alto de una montaña. Allí conoce a Camille, un científico cuya mayor pasión es el seguimiento del Tour de Francia a través del diario deportivo L'Auto.
Pronto, Amédée se ve contagiado por la pasión de Camille y dedica todos sus esfuerzos para conseguir lo que desde ese momento es su meta, ser un corredor del Tour.
La verdad es que el guión no es nada de otro mundo. Hemos visto esta historia de superación personal en incontables ocasiones.
¿Qué hace diferente a este tebeo?
Pues la habilidad de Lax para hacernos cómplices y participes de las miserias y alegrías del pobre Amédée.
Si a esto le unimos el maravilloso dibujo de Lax, un dibujo sobrio, sin florituras que se limita a dejar hablar por si solos a unos paisajes y personajes épicos, nos queda en conjunto una obra redonda.
La verdad, es que el adjetivo que mejor define a este tebeo es épico.
Y eso que no me considero, en absoluto, un gran fan de la bicicleta, o por extensión del Tour de France. Porque lo que Lax hace en este tebeo, es un pequeño homenaje a los pioneros del Tour, aquellos primeros corredores de principios del SXX, a los que podríamos denominar sin ningún tipo de duda, héroes.
Lax nos cuenta la historia de Amédée, un soldado cuyo regimiento está destinado a la construcción de un observatorio en lo alto de una montaña. Allí conoce a Camille, un científico cuya mayor pasión es el seguimiento del Tour de Francia a través del diario deportivo L'Auto.
Pronto, Amédée se ve contagiado por la pasión de Camille y dedica todos sus esfuerzos para conseguir lo que desde ese momento es su meta, ser un corredor del Tour.
La verdad es que el guión no es nada de otro mundo. Hemos visto esta historia de superación personal en incontables ocasiones.
¿Qué hace diferente a este tebeo?
Pues la habilidad de Lax para hacernos cómplices y participes de las miserias y alegrías del pobre Amédée.
Si a esto le unimos el maravilloso dibujo de Lax, un dibujo sobrio, sin florituras que se limita a dejar hablar por si solos a unos paisajes y personajes épicos, nos queda en conjunto una obra redonda.
La verdad, es que el adjetivo que mejor define a este tebeo es épico.
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