En el prólogo de este tebeo, el propio Taniguchi nos cuenta que el germen de este álbum fue la pasión que siente por el tebeo europeo, por la BD, desde el momento que lo descubrió cuando era joven. Descubrir nuevos autores, nuevas formas de contar historias y, sobretodo, un nuevo estilo gráfico tan diferente al que el conocía, cambió su percepción del cómic.
Desde ese momento, una de sus grandes metas fue la de realizar un álbum de corte francés. Una BD. El resultado de esta pasión es este La montaña mágica.
Pese a que el tebeo está realizado con un estilo europeo, la seña de identidad Taniguchi siempre está presente. Su estilo, personal e intransferible, sigue estando ahí, tanto en la forma de contar la historia, con esa sensibilidad y gusto por el detalle, como en su peculiar estilo narrativo.
Por supuesto que se nota un cambio con respecto a obras anteriores. Está claro que la intención de hacer una BD pesa en el total del tebeo.
Lo que empieza siendo una historia muy próxima a El almanaque de mi padre (de hecho, no es casual que el pueblo natal de Taniguchi vuelva a estar presente) poco a poco va tornándose en una pequeña fábula, donde lo real y lo mágico se dan la mano y una reflexión sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza va tomando las riendas de la historia. Por supuesto, esta mezcolanza en manos de otro autor podría resultar en pastiche, pero Taniguchi sabe dotar al relato de personalidad propia, otorgándole su propia identidad e introduciendo al lector, una vez más, dentro de la historia.
La montaña mágica no está llamado a ser la obra definitiva de Taniguchi. Partiendo de la base que el autor realiza este tebeo como un experimento, como una aproximación al tebeo europeo, tampoco creo que esa fuera su intención. Lo que si se puede afirmar sin dudas, es que este tebeo es un paso más, firme y seguro, en la trayetoria de Taniguchi. Una obra que no defraudará a sus seguidores más fieles y que quizá sorprenda a muchos por ese acercamiento al grafismo y narración europeo.
Desde ese momento, una de sus grandes metas fue la de realizar un álbum de corte francés. Una BD. El resultado de esta pasión es este La montaña mágica.
Pese a que el tebeo está realizado con un estilo europeo, la seña de identidad Taniguchi siempre está presente. Su estilo, personal e intransferible, sigue estando ahí, tanto en la forma de contar la historia, con esa sensibilidad y gusto por el detalle, como en su peculiar estilo narrativo.
Por supuesto que se nota un cambio con respecto a obras anteriores. Está claro que la intención de hacer una BD pesa en el total del tebeo.
Lo que empieza siendo una historia muy próxima a El almanaque de mi padre (de hecho, no es casual que el pueblo natal de Taniguchi vuelva a estar presente) poco a poco va tornándose en una pequeña fábula, donde lo real y lo mágico se dan la mano y una reflexión sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza va tomando las riendas de la historia. Por supuesto, esta mezcolanza en manos de otro autor podría resultar en pastiche, pero Taniguchi sabe dotar al relato de personalidad propia, otorgándole su propia identidad e introduciendo al lector, una vez más, dentro de la historia.
La montaña mágica no está llamado a ser la obra definitiva de Taniguchi. Partiendo de la base que el autor realiza este tebeo como un experimento, como una aproximación al tebeo europeo, tampoco creo que esa fuera su intención. Lo que si se puede afirmar sin dudas, es que este tebeo es un paso más, firme y seguro, en la trayetoria de Taniguchi. Una obra que no defraudará a sus seguidores más fieles y que quizá sorprenda a muchos por ese acercamiento al grafismo y narración europeo.
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