miércoles, enero 13, 2010

Un zoo en invierno


Después de ese pequeño experimento que resultó ser La montaña mágica su, hasta ahora, última propuesta publicada en España, el maestro Taniguchi vuelve a los espacios narrativos donde más cómodo se siente, en esos donde la cotidianidad se mezcla con el sentimentalismo entendido en su mejor acepción, reflejo de situaciones comunes y personajes reales.

Partiendo de sus experiencias de joven mangaka recién llegado a Tokio para hacerse una carrera como autor de manga, página a página, viñeta a viñeta, el maestro va dotando a la historia de ese tono más personal e introspectivo que ya es su seña de identidad, reflejando el cambio de un joven que sólo tenía ojos para su gran pasión, el manga, y que poco a poco ve como el amor por una joven muy especial entra en su vida. Lo que en principio podía ser una lucha de intereses, finalmente se transforma en la energía necesaria para llevar a cabo su primer gran trabajo como profesional.

Está claro que Taniguchi siempre va a estar marcado por la sombra de esas dos obras maestras que son El almanaque de mi padre y Barrio Lejano. Cualquier obra posterior va a sufrir la comparación, y aunque nunca se sabe, es posible que ninguna obra posterior supere la calidad de estas. Pero esto no es un motivo que desaliente a Taniguchi a la hora de seguir realizando tebeos. El sigue contando historias, de la manera que el sabe y de la manera que le interesa.
Este Un zoo en invierno comienza como una obra menor, bastante lineal y plana, con un dibujo y una puesta en escena tan magistral y perfecta, que hace que la historia, por conocida, se quede en un segundo plano. De todas formas, es sabido que las obras de este autor no son obras de fast-cómic, si no todo lo contrario, obras que se van haciendo a fuego lento y que poco a poco nos van descubriendo todos los matices y gustos que las hacen especiales.

Un zoo en invierno nos devuelve al Taniguchi de nuestras primeras lecturas, con un tebeo que puede mirar de tu a tu a sus grandes trabajos y que dejará un reguero de sensaciones a saborear tras su finalización.