En el prólogo de este cómic Volker Skierka, biógrafo "oficial" de Castro, confiesa que la vida de este icono histórico está tan llena de aventura y hechos extraordinarios que no le queda otra opción que ser real, puesto que nadie podría llegar a inventarse su vida, ya que resultaría inverosímil. Difícil separar la leyenda de lo real cuando se habla de una figura como esta.
Reinhard Kleist, conocido por estos lares por su aproximación a la figura de Johny Cash, realiza otra biografía en cómic a la usanza, revisando todos los periodos vitales del general, pasando un poco de puntillas por su infancia, parándose un poco más en su juventud y desarrollando el grueso de la trama en su etapa revolucionaria y posterior gobierno.
Que nadie espere una sesuda reflexión sobre el dirigente y sus políticas. Las páginas de Castro se limitan a contar los hechos tal y como pasaron sin juzgar a los actores. Pese a introducir la figura del fotógrafo Karl Martens como narrador de la historia, esta se desarrolla al ritmo que dicta el personaje de Castro.
En lo formal, podemos afirmar que el estilo de Kleist se adapta a la perfección al tono que esta biografía requiere. Con un significativo trabajo de documentación, el factor histórico, si bien no exhaustivo, cubre de sobra con las intenciones del autor.
En el resumen, Castro resulta un cómic bien hecho, que no inventa nada nuevo pero que puede proporcionar un buen rato a todo lector que tenga un cierto interés por el personaje y su vida. ¿Qué más se le puede pedir a una biografía?
Reinhard Kleist, conocido por estos lares por su aproximación a la figura de Johny Cash, realiza otra biografía en cómic a la usanza, revisando todos los periodos vitales del general, pasando un poco de puntillas por su infancia, parándose un poco más en su juventud y desarrollando el grueso de la trama en su etapa revolucionaria y posterior gobierno.
Que nadie espere una sesuda reflexión sobre el dirigente y sus políticas. Las páginas de Castro se limitan a contar los hechos tal y como pasaron sin juzgar a los actores. Pese a introducir la figura del fotógrafo Karl Martens como narrador de la historia, esta se desarrolla al ritmo que dicta el personaje de Castro.
En lo formal, podemos afirmar que el estilo de Kleist se adapta a la perfección al tono que esta biografía requiere. Con un significativo trabajo de documentación, el factor histórico, si bien no exhaustivo, cubre de sobra con las intenciones del autor.
En el resumen, Castro resulta un cómic bien hecho, que no inventa nada nuevo pero que puede proporcionar un buen rato a todo lector que tenga un cierto interés por el personaje y su vida. ¿Qué más se le puede pedir a una biografía?
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