Tras la gran expectación que esta nueva etapa de Daredevil despertó al otro lado del Atlántico, premios y reconocimientos de por medio, llegó el momento de confirmar por nosotros mismos lo que se puede esperar de este tomo de Daredevil. Utilizando un símil gastronómico, podemos decir que esta etapa de Waid/Rivera/Martin es una deconstrucción de Daredevil con espuma de edad dorada y Miller caramelizado.
Con un guión 100% profesional, sin un punto de originalidad más del necesario, no hablemos ya de trasgresión, pero con todos los puntos imprescindibles para que la historia funcione, Waid nos da lo que lleva haciendo toda su vida; una historia correcta y entretenida de superhéroes old school.
En el otro lado, los DIBUJANTES, Rivera y Martin, sobre todo este último, reforzados por el perfecto color de Javier Rodríguez, aportan el punto de innovación frescura y descaro para convertir este Daredevil en un cómic que se sale de lo corriente.
Y tampoco es que hagan nada más allá de lo posible o se adentren dentro del mundo de lo nunca visto ( la famosa escena del paseo de Matt y Foggy no sorprenderá a los conocedores del trabajo de Gianni de Luca), pero si que se les reconoce un gusto por lo bien hecho, por llevar su trabajo varios puntos por encima de la mediocridad reinante en los dibujantes Marvel y por ofrecer un trabajo que el lector sabrá reconocer y agradecer con entusiasmo. Y ojo, que no estoy diciendo que este cómic destaque simplemente por un agravio comparativo con la media de calidad de Marvel. Todo lo contrario. Este Daredevil tiene suficientes argumentos por sí mismo para entrar por la puerta grande de las sagas a recordar del personaje.
Un cómic tan clásico como novedoso que gustará a los lectores de superhéroes de toda la vida y que sin duda puede ser un perfecto punto de entrada para nuevos lectores, sin olvidar el interés que pueda despertar en otro tipo de lector no tan habitual de superhéroes debido a lo interesante de la puesta en escena gráfica.
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