En un prólogo escrito por él mismo, Carlos Giménez nos confiesa que con La peste escarlata (adaptación de un relato de Jack London) simplemente quiso hacer un cómic de aventuras y que de esta manera intentemos recibirlo. Al mismo tiempo que leemos esta declaración, sabemos que es imposible que a estas alturas de su vida y carrera, las posiciones e ideales políticos de Giménez no entres como actores de peso en sus trabajos.
Sí es cierto que el planteamiento de esta obra parte de la aventura, con unas páginas iniciales que son toda una declaración de intenciones, pero según va avanzando en materia, poco a poco, el Carlos Giménez combativo y reivindicativo entra en acción y pronto empezaremos a reconocer en la futurísta sociedad que nos presenta signos muy reconocibles de la actual sociedad en la que vivimos hoy en día, con políticos corruptos, banqueros que roban, iglesia inquisidora y por supuesto el futbol, la droga que mantiene en calma a las grandes masas.
Con o sin política, más o menos aventuresca, la peste escarlata es una obra con la profesional factura a la que nos tiene acostumbrados su autor, que se deja leer con gran facilidad y que por momentos nos trae de nuevo al Giménez de Homs y Dani Futuro.
Un cambio de registro necesario tras el desafío personal que habían supuesto los tomos de Pepe y con el que Carlos Giménez demuestra que todavía tiene muchas cosas que contar y ganas y calidad para contarlas.
Gustará a los habituales seguidores del autor y podrá interesar a nuevos lectores, sobre todo si no conocen los trabajos con más carga social del autor.
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