Adaptar una novela como la que escribió en su día Kurt Vonnegut no era tarea fácil. Hacer una adaptación al cómic con la maestría con la que lo han hecho Ryan North y Albert Monteys, aprovechando todas las posibilidades que el medio les permite, es tarea digna de grandes elogios.
Parece increíble que estos dos autores hayan conseguido transformar al lenguaje del cómic una obra tan compleja y con tantos matices como la novela original, que toca temas de gran calado filosófico, pasa del relato de ciencia ficción pulp al relato bélico (más bien tendría que decir antibélico), con un tipo de narración donde los saltos temporales debido a la relatividad del tiempo son continuos y que tiene al humor absurdo tirando a negro como una seña de identidad.
Conseguir trasladar todo esto al cómic, como os decía, merece ya todo mi respeto. Pero hacerlo y lograr a la vez una lectura ágil, divertida y que sepa conjugar toda la carga intelectual del original con la diversión que finalmente proporciona, es motivo para refrendar todos y cada uno de los elogios que este cómic está consiguiendo nacional e internacionalmente.
No es mi intención quitar mérito al trabajo de Ryan North, pero tengo claro que aquí los trucos de magia los realiza Monteys que gracias a la plasticidad y a lo cercano de su dibujo nos hace muy atractiva la entrada en la trama y que una vez que nos tiene dentro no nos deja escapara poniendo toda su capacidad narrativa en acción para transformar lo complicado en sencillo.
Si estáis en busca de una lectura exigente, de esas que te van a conducir a la reflexión y queréis tener un ejemplo perfecto de lo que deber ser una adaptación de una obra a un medio distinto, apuntad Matadero cinco como opción de compra.
Uno de los tebeos de la temporada.
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