Una vez finalizada su particular interpretación del universo zombie, Robert Kirkman se acerca a otro de los géneros por antonomasia como es el de las artes marciales.
Con una historia trillada a más no poder, joven huérfano en busca del shangri-la que le llevará a perfeccionar sus conocimientos marciales, tiene mucho mérito que nos podamos leer este cómic sin sentir ni la más mínima noción de aburrimiento. Todo lo contrario.
En esto, claramente, hay que darle su mérito al propio Kirkman y a su referencial gestión de la trama y diálogos, y al dibujante Chris Samnee, que sabe dotar de la dinámica y ritmo que una narración como esta necesita.
Un tomo que se convierte en una lectura entretenidísima, que desde su indisimulado tributo al género tiene el toque necesario para cumplir con creces en su misión de entretener.
Por cierto, curioso ese "preludio" del título, porque realmente este tomo, que puede funcionar perfectamente como una lectura independiente, es la precuela de la serie principal, El poder del fuego, con el mismo equipo creativo al mando, cuya trama principal comenzaría realmente en el segundo tomo y que en breve también será publicada en nuestro país.
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