El periodo de aislamiento pandémico le sirvió a Junji Ito para recuperar cuatro ideas de historia que llevaban en su lista de proyectos a hacer desde tiempo atrás. Las ideas y anotaciones que el autor tenía en papeles dispersos en su casa se convirtieron finalmente en; La cuesta de las plañideras, La madona, La corriente espectral de Aokigahara y El duermevela.
Cuatro historias que comparte el común denominador de las calidad gráfica a la que nos tiene acostumbrado el autor y, por supuesto, un extraño universo de horror que solo su mente puede llegar a imaginar.y que brillan especialmente en este formato de historia corta.
Curioso ver cómo el propio autor, en el epílogo de la obra, se abre a sus lectores y les confiesa que cada vez se siente con menos capacidad de crear nuevas historias y que solo recuperando ideas como estas que vienen del pasado se ve con las suficiente energía para llevarlas a cabo.
Desde luego, si todas salen como este El umbral de lo siniestro, no debería preocuparse mucho el señor Ito, porque lleva décadas siendo el rey del horror y, visto lo visto, le quedan muchas otras décadas de reinado.
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