martes, junio 21, 2011

Charlando con: M: El cómic que cambio mi mundo


Aviso para navegantes: Esto es un pestiño que los letrados llamarían “timorato strip-tease sentimental”. Yo prefiero llamarlo “Batallita del abuelo cebolleta”.

Hoy voy a hablar de superhéroes.

Hace un par de meses, navegando en las reediciones de Panini, descubrí que se reeditaba “La muerte de Gwen Stacy”. Todo el mundo –supongo- tiene su cómic de superhéroes. Ése que le marcó, que le ganó para la causa o que le supuso continuas relecturas; “La muerte de Gwen Stacy” fue el mío.

(Flashback). En aquel momento yo era un lector habitual de tebeos de Tex y Zagor (la culpa no era mía, es de John Wayne y James Stewart), que intercambiaba con un amigo lector de superhéroes Marvel. Y la cosa hubiese seguido así si este cómic no hubiese caído en mis manos.

Aquello lo cambió todo. En aquel momento, vi que un personaje podía morir (subrayando “en aquel momento”). No hubo caballería de última hora, ni magia recuperadora, ni “todo fue un sueño”, ni “what if” (a Dios gracias, aun no se había inventado). Se murió. Y, joder, Mary Jane es muy molona y todo eso pero a mí quien me gustaban eran las rubias (la culpa no era mía, era de Marilyn).

En segundo lugar, vi por primera vez (en realidad por segunda, pero esta vez de un modo más creíble) a un Spiderman cabreado. Tan cabreado que incluso podía matar al Duende Verde. Yo acababa de ver una “muerte imposible”. ¿Por qué no otra? Ya no había chistes graciosos, ni “amigable vecino y amigo” ni tonterías por el estilo. Esta vez iba en serio.

En tercer lugar, algo que me sorprendía en Spiderman eran sus victorias a los puntos. No era un tipo con capacidad de alterar el tejido de la realidad ni nada por el estilo. Ganaba siempre al límite, ayudado por algún truco, aprovechando elementos del escenario o similar. Pero, esta vez, en las páginas finales, era una maquina de matar. El intercambio de golpes con el duende es tipo Tyson: Tú échame lo que quieras, que cuando te pille con la besadora, se acabaron tus problemas. Y llega hasta la última frontera, esa que un superhéroe clásico puede explorar pero no cruzar: la venganza.

En fin. Todo esto es un recuerdo de un niño sobre un cómic. Hace muchos años que perdí a mi amigo y no he vuelto a leer “La muerte de Gwen Stacy”. Compraré el número pero no sé si lo releeré. Algunos recuerdos son demasiado valiosos.

PD.: Gracias, Antonio.


M

6 comentarios:

vincenzolaguardia dijo...

No sé si es Zeke o Carlos quién lo escribió, pero lo habéis conseguido. Me ha emocionado.

M dijo...

Gracias, vincenzolaguardia.
Mi intención era que la gente reflexionara, recordara sus historias favoritas y las compartieran ( y, ¡que caray! también emocionar un poquito)

Anónimo dijo...

No sé si lo habras leido, pero como fan absoluto también de La Muerte de Gwen Stacy, te recomiendo SPIDERMAN BLUE de Loeb y Sale.

El Centollo Enmascarado dijo...

Ni Carlos, ni Zeke, M es mi Superhermano. Gracias por todo maestro, de ti aprendi a disfrutar con los cómics. Tu cuñada también te lo agradece (cada vez queda menos sitio en la libreria).

El Capitán Patitas dijo...

¡Hombre, centollito! No te esperaba yo por aquí. Gracias mil por tu apoyo. Y cuidado con las cuñadas, que las carga el diablo (lo que hay que hacer es quitar todos esos libros de cocina, que son muy gordos y ocupan mucho).

El Capitán Patitas dijo...

¡Hombre, centollito! No te esperaba yo por aquí. Gracias mil por tu apoyo. Y cuidado con las cuñadas, que las carga el diablo (lo que hay que hacer es quitar todos esos libros de cocina, que son muy gordos y ocupan mucho).