
Un tebeo perfecto para recuperar el ritmo de lectura tras las vacaciones. Una historia para toda la familia, con una historia sencilla que bordea las fronteras del cuento y la fábula, pero que aporta al mismo tiempo una cierta crítica social y medioambiental sin caer en el planfetismo.
Por supuesto, la apuesta gráfica con la que Ana Miralles pone en imágenes la historia de su guionista y marido, Emilio Ruiz, tiene muchísimo que ver en la placentera lectura final que resulta Wáluk. Los autores han realizado un tebeo que sale directamente del corazón y eso es algo que se nota en la lectura del tebeo.
De bonito a precioso.
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