Esto parece el bucle infinito. Siempre a la búsqueda de esa historia que cubra el tiempo de espera para la próxima entrega de nuestra serie favorita. El bueno de Martin se retrasa lo inimaginable en la quinta parte de Tronos y veloces buscamos refugio en El nombre del viento. Su autor, Rothfuss, nos la vuelve a jugar, y poco nos importa, buscamos otro texto para llenar el vacío. Es nuestra forma de actuar. Esta es la razón principal que El camino de las sombras, de Brent Weeks, forme parte activa de la nómina de libros a recomendar.
Curioso como en las obras anteriormente citadas, una de las características comunes es lo tangencial de los componentes fantásticos de la trama en la misma. Fantasía sí, pero muy controlada. Cambiando radicalmente de tercio, en El camino de las sombras, volvemos a un esquema de literatura fantástica, donde realmente hay elementos fantásticos que tienen importancia en la trama, aunque el tono realista y sucio que tanto nos gusta sigue presente, con personajes turbios que siguen su propia agenda.
En esta ocasión, el relato inicial es el propio de una historia de iniciación. Maestro asesino recoge de la calle a un mugriento infante y lo instruye en las artes del asesinato. Por supuesto, como suele pasar, nada es casual, y la razón de elección de nuestro protagonista tiene poco de altruista.
El camino de las sombras no es una obra tan redonda como pudieran ser Tronos o El nombre del viento. Brent Weeks es un escritor más limitado que los creadores de estas obras, pero no cabe duda de que si algo domina es el arte del ritmo narrativo. Desde el arranque inicial, todo sucede a una velocidad de vértigo donde una acción sucede a otra sin apenas tiempo de reacción. Para conseguir este ritmo, ayuda mucho que los capítulos son por norma general muy cortos, con 5 o 6 páginas de lectura, lo cual siempre lleva a querer leer otro capítulo más, y otro y otro.... hasta que te das cuenta de que son las 3 de la mañana y que esa noche deberías dormir un poquillo.
Como os decía al principio, El camino de las sombras se constituye como una alternativa muy válida para llenar el espacio mientras esperamos la dosis de nuestras drogas literarias favoritas. Un libro de ágil lectura, muy entretenido y verdaderamente adictivo y al que tan solo un desarrollo final de la trama un tanto apresurado, lo separa de coltas más altas.
Curioso como en las obras anteriormente citadas, una de las características comunes es lo tangencial de los componentes fantásticos de la trama en la misma. Fantasía sí, pero muy controlada. Cambiando radicalmente de tercio, en El camino de las sombras, volvemos a un esquema de literatura fantástica, donde realmente hay elementos fantásticos que tienen importancia en la trama, aunque el tono realista y sucio que tanto nos gusta sigue presente, con personajes turbios que siguen su propia agenda.
En esta ocasión, el relato inicial es el propio de una historia de iniciación. Maestro asesino recoge de la calle a un mugriento infante y lo instruye en las artes del asesinato. Por supuesto, como suele pasar, nada es casual, y la razón de elección de nuestro protagonista tiene poco de altruista.
El camino de las sombras no es una obra tan redonda como pudieran ser Tronos o El nombre del viento. Brent Weeks es un escritor más limitado que los creadores de estas obras, pero no cabe duda de que si algo domina es el arte del ritmo narrativo. Desde el arranque inicial, todo sucede a una velocidad de vértigo donde una acción sucede a otra sin apenas tiempo de reacción. Para conseguir este ritmo, ayuda mucho que los capítulos son por norma general muy cortos, con 5 o 6 páginas de lectura, lo cual siempre lleva a querer leer otro capítulo más, y otro y otro.... hasta que te das cuenta de que son las 3 de la mañana y que esa noche deberías dormir un poquillo.
Como os decía al principio, El camino de las sombras se constituye como una alternativa muy válida para llenar el espacio mientras esperamos la dosis de nuestras drogas literarias favoritas. Un libro de ágil lectura, muy entretenido y verdaderamente adictivo y al que tan solo un desarrollo final de la trama un tanto apresurado, lo separa de coltas más altas.
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