Me acerco a Isabellae atraído por la presencia de Raule como guionista de la misma y termino la lectura realmente enganchado a esta historia localizada en el Japón pre feudal donde se mezclan las luchas de samuráis con el misticismo más fantástico y con un sorprendente giro final que solo refuerza las ganas de llegar al segundo tomo.
Raule sale más que airoso del cambio de las calles del Raval de la Barcelona de su Jazz Maynard por el Japón más mítico, apoyado perfectamente por el consistente dibujo de Gabor. Sin mayor explicación de las motivaciones ni objetivos de nuestra protagonista y a base de coreografiadas escenas de acción que nos meten de lleno en la historia, Raule consigue retener desde el primer momento nuestra atención en el relato para poco a poco, a través de flashbacks, ir proporcionando los datos necesarios para completar el puzzle.
Un primer tomo que aún cumpliendo con las expectativas de un tomo de presentación, sabe alejarse de los tópicos habituales y proporciona a la obra las suficientes dosis de frescura.
Una serie que promete mucho y que seguramente hubiéramos disfrutado mucho más en un formato integral. Ideal para todos los seguidores de otros títulos como Okko o Samurai y que sin duda proporciona las necesarias dosis de acción samurai sin olvidar en ningún momento tejer una más que interesante trama central.
Si, ya sé que esa portada nos muestra una protagonista que con ese pelo rojo tiene muy poco de japonesa. Pues ese es uno de los muchos misterios que quedan por contar en Isabellae.
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