Después de unos libros en los que Pedrosa nos ofrecía su versión más intimista y personal, el conocido autor francés vuelve al mercado, esta vez dispuesto a hacer su particular revisión de los relatos medievales.
Ayudado en la escritura por Roxanne Moreil, los dos autores nos ofrecen una trama que transcurre por los caminos de lo ya visto, pero con los suficiente argumentos de diferenciación para que el producto final se perciba como fresco y nuevo. Una epopeya medieval, con unos toques de fábula y donde el punto de vista femenino y feminista es el eje sobre el que se mueve la historia.
Y si decimos que en la parte de guión ya podemos encontrar elementos de frescura, en la parte gráfica, realizada por el propio Pedrosa, es donde encontramos el empujón final para llevarnos este libro. Con una apuesta narrativa y gráfica totalmente personal, Pedrosa consigue narrarnos la misma historia de siempre de una manera diferente. Con continuos homenajes y muy referencial (alguien dijo de Luca o Rochefort?), con un excepcional y arriesgado uso del color y con esa constante descomposición fragmentada de la acción y el movimiento, Pedrosa dota de personalidad a la obra hasta el punto que tras su lectura no sabríamos imaginarla de otra manera.
Claramente, como todas las obras diferentes, no será una lectura apta para todos los paladares. Los que se vean seducidos por la propuesta ensalzarán las virtudes de la misma. Los que no entren, harán todo lo contrario. Incluso podrá haber un buen número de lectores al que todo le suene a ya visto.
En cualquier caso La edad de oro se propone como una de las lecturas del momento y no tengo mucha duda en pensar en ella como una de las obras destacables del año.
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