Teniendo en cuenta las cuatro nominaciones que este autor y esta obra recibieron en los últimos premios Ignatz, los premios que reconocen los cómics más independientes, ya podemos dar por hecho que estamos ante una obra que se aleja de los canales más comerciales y se mueve en un plano más cercano al cómic experimental y de autor.
Por medio del encuentro entre dos viejos amigos que intentan ponerse al día después de un largo periodo sin verse, Tommi Parrish se adentra en el mundo de la ambiguedad sexual y la indefinición de genero y como el reconocimiento de nuestra naturaleza cambia en el transcurso del tiempo.
Con una atractiva propuesta visual, llena de color y donde las figuras y personajes adquieren dimensiones imposibles que van mutando en cada viñeta, Tommi Parrish juega una de las grandes bazas de este cómic en la parte gráfica, aunque también es destacable el juego narrativo que realiza con el cómic dentro del cómic que lee uno de los protagonistas.
Una obra que interesará a los lectores más inquietos y vanguardistas que siempre están en búsqueda de nuevos estímulos comiqueros.
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