Uno de los tebeos de la temporada ya está por fin disponible, al menos en su edición normal (el cofre de coleccionista tendrá que esperar un par de semanas más).
El regreso de Juanjo Guarnido a nuestro mercado arropado esta vez por uno de los capos del guión en el merado frances como es Alain Ayroles que juntan fuerzas para dar continuación a las aventuras y desdichas del Buscón de Francisco de Quevedo.
Un trabajo que no necesita ningún tipo de introducción ni recomendación en la parte gráfica (lo que veis es lo que hay, una pequeña maravilla página tras página) pero que quizá podía despertar más dudas en la parte de la historia.
Pues no os preocupéis tanto porque la obra tiene todas las garantías para resultar una de las lecturas del año apta para cualquier tipo de lector.
Imprescindible en vuestras compras!!!
Como complemento os dejo una bando recién llegado de la corte.
No
sin cierto temor se aborda la lectura de esta obra dado que, sin dudar del buen
facer de los autores, parecíanos, como quizá a vuesas mercedes les pareciera,
arriesgada fazaña retomar las aventuras y desventuras de un pícaro del Siglo de
Oro en estos tiempos de gentes de mucho hablar y poco seso, millennials, e
incultura por doquier, con desconocimiento, cuando no desprecio, de los
clásicos.
Don Francisco de Quevedo resultará tan lejano a algunos como Don
Alfredo Landa o Don Antonio Garisa, por citar algunos que vienen a cuento en
este cuento, y a tal lejanía temerse podría el desinterés de algunos. Pierdan
cuidado, empiecen a leerlo y bastará.
Esta historia de enredos bien girados, acertadamente
presentada en un solo volumen, por cierto, está tan magistralmente
contada por
Ayroles y masterizada por Guarnido que raros serán los que en algún momento no
se emocionen o se rían y muchos los que muchas veces lo harán.
Inútil sería
intentar resumir
la aventura que les espera; baste decir que viajarán con este libro a las
Indias y desearán haber viajado de verdad, también estarán por Madrid y verán
por qué villa es y qué de villanos llena estaba, y porqué, quizá, aún está. Tal
vez imaginen incluso al fantasma de Don Francisco de Quevedo, que escritor era, pero también
filósofo y político, susurrando al oído de monsieur Ayroles “yo fui muy amigo de
Felipe IV, le contaré…”.
Da igual que la cultura clásica no esté de moda, aunque
las cansinas meninas pululen aún por doquier, da igual que no les atraiga la
Historia, así con mayúscula, esta novela gráfica no es un libro de historia ni
una obra cumbre de la literatura universal, ni tiene que serlo, pero sí nos
atrevemos a decir que en este libro los aficionados a a los tebeos encontrarán,
por fin, su “El Dorado”.
GJ
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