Una nueva entrega de Macanudo llega con todo la intención de hacernos más llevadera la complicada rutina del día a día. Con sus pingüinos (cómo los echo de menos), su ocioso gato Fellini , los duendes y la más diversa fauna macanudiana, Liniers consigue llevarnos a su pequeño mundo de fantasiosa cotidianeidad.
Muchos lectores me dicen que Macanudo ya no es tan fresco como antes. Pese a que pueda entenderlos, me muestro totalmente en contra de esta afirmación. Quizá ya no exista la pasión del amor salvaje de las primeras entregas, pero después de seis tomos, yo puedo decir que lo mío con Macanudo es amor verdadero, ese tipo de amor con el que no te importaría pasar toda la vida y llegar a envejecer.
Hace poco tuve la oportunidad de coincidir con Liniers. Durante más o menos una hora, permanecimos espalda con espalda sentados en un abarrotado local. Armado con su traje de las nieves, parecía un personaje salido de las páginas de Macanudo.
Tentado estuve de hacerle llegar mis loas y alabanzas para con su serie, pero una especie de falsa educación y un cierto miedo a que el mito se descompusiera de inmediato en el momento en que interactuara con él, me llevo a quedarme en mi anonimato. No me arrepiento. Disfrutar de la magia de Macanudo ajeno a cualquier interferencia es un pequeño tesoro que hay que disfrutar lo máximo posible.
Si todavía no os habéis introducido en el mundo Liniers, solo os puedo confirmar que os estáis perdiendo una de las grandes series que el cómic nos ofrece hoy en día. Vosotros mismos.
Muchos lectores me dicen que Macanudo ya no es tan fresco como antes. Pese a que pueda entenderlos, me muestro totalmente en contra de esta afirmación. Quizá ya no exista la pasión del amor salvaje de las primeras entregas, pero después de seis tomos, yo puedo decir que lo mío con Macanudo es amor verdadero, ese tipo de amor con el que no te importaría pasar toda la vida y llegar a envejecer.
Hace poco tuve la oportunidad de coincidir con Liniers. Durante más o menos una hora, permanecimos espalda con espalda sentados en un abarrotado local. Armado con su traje de las nieves, parecía un personaje salido de las páginas de Macanudo.
Tentado estuve de hacerle llegar mis loas y alabanzas para con su serie, pero una especie de falsa educación y un cierto miedo a que el mito se descompusiera de inmediato en el momento en que interactuara con él, me llevo a quedarme en mi anonimato. No me arrepiento. Disfrutar de la magia de Macanudo ajeno a cualquier interferencia es un pequeño tesoro que hay que disfrutar lo máximo posible.
Si todavía no os habéis introducido en el mundo Liniers, solo os puedo confirmar que os estáis perdiendo una de las grandes series que el cómic nos ofrece hoy en día. Vosotros mismos.
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