No hace tanto, Balas Perdidas, era una de esas series que esperaba cada mes con ansiedad. En cuanto llegaba a la librería, el número en cuestión era una compra segura y enseguida procedía a su lectura. David Lapham, su creador, me daba en cada fragmento de su historia todo aquello que buscaba y busco en un tebeo.
Hace tiempo que Lapham abandonó su serie fetiche. Cansado de ganar premio tras premio, pero viendo que su cuenta bancaria no subía en relación, empezó a trabajar para las grandes editoriales, léase DC y Marvel, en proyectos que sin ser del todo malos, estaban a siglos luz de sus proyectos personales. La historia de Batman que realizó para DC no está mal (sobretodo si tenemos en cuenta el estándar de calidad de Batman en estos días), pero quedaba claro que trabajar con personajes que no son de creación propia no le sienta bien a este autor.
Por suerte, tanto DC como el propio autor parecen haber encontrado la ecuación perfecta; el sello Vertigo. Un lugar donde la gran editorial se asegura poder contar con uno de los nombres de referencia del indi americano y al mismo tiempo un lugar donde Lapham pueda seguir haciendo lo mismo que hacía antes y ganando una pasta.
Silverfish fue el primer trabajo que Lapham propuso al sello Vertigo. Fiel a su estilo personal, este tebeo tiene tantas similitudes como diferencias con Balas Perdidas. Los personajes, atmósfera, ritmo, es el mismo que en BP, pero aquí se ha dejado de lado el rollo de serie negra optando por un toque más cinematográfico, de thriller psicológico, al más puro estilo Hitchcock.
Lo que más me sorprende de los tebeos de este hombre, es que siempre consigue sacar petróleo de esquemas clásicos más que trillados. La historia de Silverfish la hemos leído, visto y escuchado cientos de veces. Sin embargo, en el momento en que empezamos la lectura, parece que la estuviéramos leyendo por primera vez y que todo es nuevo y recién salido de la nevera.
Está claro que muchas veces lo importante no es lo que se cuenta, sino como se cuenta. Este Silverfish es un ejemplo claro. Con personajes y diálogos marca de la casa y con ese ritmo que sólo él sabe dar a sus tebeos (como lo hacía Hitchcock), manteniéndote en tensión todo el rato, aún a sabiendas de lo que viene a continuación.
Si ya erais seguidores de Balas Perdidas, no puedo hacer otra cosa que recomendaros Silverfish. Os aseguro que no os va a defraudar. Si no conocéis las obras de Lapham y os apetece ver con vuestros propios ojos de que va esto, este tebeo no es mala opción, puesto que la historia tiene un principio y un fin, sin más esperas ni continuaciones. Esta opción tienen un extra. Si te gusta lo que ves, aún te quedan por disfrutar 4 volúmenes más de Balas Perdidas.
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