Con un guiño a sus seguidores más fieles, aquellos que lo siguieron en su etapa de Les Requins Marteaux y su series autobiográficas, Bouzard da el salto a la línea Poisson Pilote de la todopoderosa Dargaud.
Con las armas que lo hicieron participe del reconocimiento por parte del público, léase grandes dosis de humor surrealista y absurdo, mezcladas con tintes autobiográficos pero con un cambio estilístico, propiciado por los requisitos editoriales de Dargaud y su linea Poisson Pilote, Bouzard nos cuenta como la vida de Guillaume cambiar radicalmente cuando su madre es ingresada de urgencia en el hospital. Con este comienzo, la historia parece salirse un poco de los derroteros habituales de este autor. Al fin y al cabo, una enfermedad nunca es el mejor argumento para el humor.
Pero Bouzard, es siempre Bouzard. Así, la trama no tarda en acomodarse en el terreno en el que él se desenvuelve mejor, cuando la madre de Guillaume, en sus últimos suspiros, le confiesa que su padre, del que nunca tuvo noticias, no es ni más ni menos que un troll. Si, un troll, como los de los cuentos. Justo en este momento, todo el tebeo da un giro de 180 grados y Bouzard comienza a sacar todo su arsenal de surrealismo costumbrista y humor imposible. Guillaume, ya bajo su condición de mitroll (mitad humano, mitad troll) se embarca en la búsqueda de su padre, por toda Francia, con la única compañía de su "fiel" perro Flopi.
Al enfrentarse al primer tomo de todas estas series francesas, pensadas en su mayoría como ciclos de tres albumes, siempre es difícil hacerse un imagen del conjunto. Este primer tomo, sin ser un álbum rompedor, si que aporta muchos pequeños detalles que invitan al optimismo. Sin duda, yo me quedaría con esa capacidad de sorpresa y de romper con lo establecido que Bouzard domina con total naturalidad. Simplemente por esto, por esa capacidad de sorprender, merece la pena tenerlo a mano. El tiempo dirá como acaba la aventura.
Por ahora, sólo disponible en francés.
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