Mi pequeño

Amor. Odio. Estas son las dos sensaciones básicas que este libro va a generar entre sus posibles lectores. Sin medias tintas. O te encanta, o lo aborreces.

De entrada me sorprende bastante que sea Norma la editorial que haya decidido publicar esta obra en nuestro país, puesto que la propuesta de Olivier Schrauwen encajaría mucho mejor en los catálogos de otras editoriales. Supongo que el peso comercial de Angouleme y su sección oficial tuvo mucho que ver en esta cuestión.

Fuera como fuese, Mi pequeño está publicada en España para regocijo de los amantes del cómic clásico, de los seguidores de los padres fundadores. McManus, McCay, Outcault y sus Yellow Kid y Little Nemo son la base sobre la que se cimenta este tebeo (aunque no sé por qué extraña razón, yo no consigo quitarme de la mente a Chris Ware y su Acme Novelty). Teniendo en cuenta que el autor proviene del campo de la animación, no creo que sorprenda a nadie que este Mi pequeño tenga toda su fuerza en la propuesta estética, dejando en un segundo plano la historia, que no pasa de ser una anécdota (aunque no dudo de que habrá lectores que encontrarán un mensaje claro y preciso, lleno de matices). Todo esta pensado para buscar la sintonía con estos clásicos. El dibujo, la propuesta narrativa, el color plano y desgastado.


Entrar a debatir la validez o no de este tipo de propuestas es una tarea estéril, cercana a las discusiones sobre las barreras del arte. Las reacciones son tan imprevisibles que sólo tras la experiencia personal se podría establecer un debate. O dicho de otra manera, que me es imposible recomendaros este tebeo porque soy consciente de que las sensaciones que despertará en cada lector serán únicas e intransferibles. Así que, como suele pasar de vez en cuando, os toca hacer trabajo de campo y sacar vuestras propias conclusiones.

En esta ocasión, me quedo con la literatura de contraportada para realizar el epílogo.

"Si Little nemo se hubiera tomado una tortilla de LSD, se llamaría Olivier Schrauwen"

Liberation