Ya está publicada la edición española de El gusto del cloro. Curiosamente, Diábolo es la editorial que se llevó el pez al agua, una editorial que no publica mucho, pero que lo suele hacer con muy buen criterio y con bastante éxito de crítica y ventas. Teniendo en cuenta los premios recibidos y la buena aceptación del tebeo en Francía, pensé que sería otra editorial la encargada de publicarlo, pero no seré yo el que queje.
Con esta edición en castellano ya no hay excusas, así que en vuestra próxima visita a la tienda, permitidme que me ponga un poco pesado hasta que consiga que os llevéis un ejemplar a casa.
Para la ocasión, vampirizo el comentario hecho en su día de la edición francesa.
También conocido como el tebeo de las piscinas, este El gusto del cloro es como un trankimacin en formato de libro. Después de leer este relato, una sensación de paz y sosiego se apodera de uno, dejando cuerpo y mente totalmente relajados y con una sensación de gran paz interior.
El argumento, a simple vista, no promete, ni por asomo, nada de esto. Un joven, por decisión facultativa de su terapeuta, comienza a ir a la piscina con vistas a mejorar su esclerosis por medio de la natación. Lo que en principio resulta una carga más en la agenda de este joven, poco a poco se va convirtiendo en un hobby placentero, y mucho más desde el momento en que una joven nadadora aparece en escena.
El gusto del cloro apenas tiene diálogos. Todo se dice con los silencios, con las miradas, con los pequeños detalles. Realmente puede parecer increíble como un tebeo donde lo único que vemos es a gente nadando pueda llegar a engancharnos de esta manera. Pero es que este relato está lleno de metáforas, de segundas lecturas, de contrastes. La soledad del nadador en una piscina gigante (sensación reforzada por el dibujo esquemático de la misma), el comienzo de una relación en el anónimo mundo de la piscina, el enamoramiento, etc... Por supuesto, el dibujo y la narración tienen una gran importancia en el hecho de que este tebeo no acabe por aburrir al lector y por el contrario lo sumerja de lleno en la historia. Concentrándose totalmente en los personajes principales, en los dos nadadores, todo lo demás pasa a un segundo plano. Tan sólo el color, ese azul-verdoso característico, cobra protagonismo, recreando una especie de cielo en la tierra, de pequeño paraíso, donde nuestro protagonista se olvida del mundo que le rodea.
Un tebeo bonito, al que mucha gente tacha de pretencioso (algo a lo que no ayuda mucho su final abierto), pero que en mi opinión es todo lo contrario; un historia simple, tan real como la vida misma.
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1 comentario:
Hola, yo también leí el cómic y lo compré por casualidad. El caso es que me ha encantado y no paro de recomendarlo. Me gustan estas historias pequeñas, con las que rápidamente te identificas y te atrapan. Se disfrutan las viñetas y te da rabia que se acabe. La sorpresa fue descubrir la juventud del autor.
PD: el chico tiene escoliosis, la esclerosis es una enfermedad mucho más jodida, jeje.
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