El terror, al igual que la comedia, no es un género fácil. Cuando lo haces bien, no es nada agradecido porque al fin y al cabo es lo que espera el lector, pero si lo haces mal, este lector no dudará en sacar hasta la última de las miserias de la obra. Además, en el cómic, el terror de susto, ese que juega con el ritmo narrativo buscando la sorpresa del lector y que tan bien funciona en el cine, está mucho más encorsetado, puesto que, por mucho que el autor nos tenga preparadas todo tipo de trampas, al final somos nosotros, los lectores, quienes llevamos la batuta.
Scott Snyder, sin duda el guionistas mainstream más en forma (Batman, American Vampire, etc...) y habitual de este blog en los últimos tiempos, nos ofrece una historia de terror a la antigua usanza. Sin trucos baratos, sin efectos especiales. Una historia que se construye en torno a los personajes, con una encarnación del mal en forma de psicokiller y con un joven protagonista cuyo despertar adolescente no va a ser todo lo placentero como él quisiera.
Ambientada a principios del S.XX, en Los Estados Unidos pre-depresión y apoyado por el magnifico trabajo gráfico de Scott Tuft, este equipo creativo consiguen una pieza de terror clásica que satisfará a los fans más exigentes del género así como a cualquier lector ávido por leer una buena historia.
Gustará a los fans del terror, a los aficionados a la parte más oscura de la línea Vertigo y a cualquiera que no se quiera perder el trabajo de Scott Snyder, uno de los guionista de referencia en la actualidad.
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