Mary Jane fue un proyecto que frecuentó la mesa de trabajo de Frank Le Gall durante mucho tiempo. La circunstancias de la vida hicieron que este autor nunca fuera capaz de llevar a cabo el proyecto de forma individual hasta el punto de abandonarlo. Años después, con un alabable pragmatismo autoral, Le Gall decide delegar la parte gráfica de la obra a Damien Cuvillier para que esta se haga realidad.
¿Y qué tenemos aquí? ¿Otra historia sobre Jack el destripador?
Si y no. La sombra del famoso asesino, pese a estar presente en la obra, está cuidadosamente olvidada puesto que Le Gall quiso realizar un relato que dejara de lado la figura del asesino para centrarse en sus víctimas. Y lo hace siguiendo la vida de Mary Jane Kelly, la última víctima del destripador.
Claro queda que no es esta una obra donde los autores puedan jugar a realizar un thriller sobre el destino final de la protagonista así que el motor de toda la trama se centra en realizar un fresco histórico de la situación de la sociedad de la época a través del destino de muchas mujeres que al igual que a Mary Jane la fortuna no les sonrió.
Una interesante aproximación al mito del destripador por medio de la experiencia vital de su última víctima a la que Damien Cuvillier le da la fuerza gráfica necesaria con sus dibujo acabado en color directo.
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