jueves, julio 16, 2009

La isla sin sonrisa


Uno de los grandes peligros de los salones de cómic es que entre tanta novedad, siempre hay riesgo de perderse cosas interesantes, cómics que en otros momentos tendrían toda nuestra atención pero que en ese instante se nos pasan inadvertidos. Menos mal que con este tebeo de Enrique Fernández no pasó lo mismo porque es una de las lecturas más placenteras de los últimos tiempos.

De entrada deciros que es un álbum unitario, con principio y fin, algo que cada vez se estila menos en el mercado francés. De hecho, lo que en principio es motivo de alegría, finalmente se torna en tristeza, porque según vas llegando al final del álbum, no quieres que la historia se acabe e incluso no te importaría que siguiera durante unos cuantos tomos más. Ya sabéis, las contradiciones del aficionado.



Dentro del álbum, fantasía, fantasía y más fantasía. Mires donde mires, el nombre de Miyazaki sale a la luz. La referencia no es desafortunada, pero realmente, se queda ahí, en una referencia, porque el trabajo de Enrique Fernández tiene su propia entidad, con esa mezcla de dibujo proveniente de la animación, cada vez más matizado y personalizado, y que alcanza en el apartado del color un toque sublime, mágico, que hace totalmente realista los elementos fantásticos puestos en escena. Un color totalmente realizado por ordenador, pero que no canta a la vista, incluso en los momentos más complicados, como pueden ser la escena de los juegos de luces.

Destacar sobremanera el carácter para todos los públicos de este tebeo (si, una vez más, como las películas de Miyazaki) que lo hace apto tanto para niños como para adultos.

No hay comentarios: